Llevo tanto tiempo sumergido en el horario español de trabajos y comidas, que hasta me creo que es el bueno. Puñetera mentira.
En este país, de desayunos mínimos, de comidas al mediodía largas, tardías y copiosas, de cenas nocturnas y pesadas digestiones, y con jornadas laborales inmensamente prolongadas, estamos muy equivocados.
El caso es que estos horarios y costumbres son relativamente recientes, de hecho el huso horario español se modificó en 1940 para adaptarlo al horario del eje germano-italiano. Y así nos va. Una gran parte de este país en determinada época del año está con un desfase solar de tres horas, desde luego son maravillosos los atardeceres en La Coruña a las 11 de la noche en verano, pero maldita la gracia levantarse a las 8 de la mañana sin que haya amanecido todavía.
Y el problema laboral cuando tratas con empresas extranjeras de nuestro entorno, con Portugal un desfase de una hora cronológica y dos más respecto a horarios laborales y de comidas, y con el resto de Europa desfases de dos horas al menos, por la diferencia en las horas de comida al mediodía.
Bien es cierto que esto beneficia el poder estar por la calle a horas tardías con luz, factor que beneficia al turismo y los aficionados a la cervecita y el copeo nocturno, pero no tiene ningún sentido para la mayoría que estamos en otros negocios.
Debemos terminar con esto de una vez por todas, no podemos permitirnos el lujo de ser tan peculiares hasta el punto que afecte a nuestra economía, nuestra salud y nuestra proyección como país en el exterior.
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